La historia de Lindsay

Cuando un estudio reveló que tenía una gran masa en el cerebro, Lindsay fue trasladada de inmediato al Gerald J. Glasser Brain Tumor Center, donde se sometió a una cirugía cerebral al día siguiente.

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Vivir con cáncer cerebral: la actitud lo es todo

Lindsay posa para una foto con su esposo e hija.

A los 43 años de edad, Lindsay V. sabía de qué se trataba afrontar un cáncer. Su padre falleció de la enfermedad en 2015 a los 65 años de edad; y una de las cosas que lleva con ella desde entonces es su insistencia en que la actitud lo es todo, especialmente cuando se trata del cáncer. No sabía que esas palabras se aplicarían a ella cuando le diagnosticaron cáncer cerebral en 2018.

“Mi vida era completamente normal, hasta que dejó de serlo”, dice Lindsay, que se desempeña como directora en el Distrito Escolar de Morris Plains desde 2007.

“En un día como cualquier otro, me estaba preparando para el trabajo y de repente tuve una convulsión muy intensa en el piso del baño. Mi hija, que en aquel momento tenía tres años, me trajo mi teléfono para que pudiera llamar a mi marido. Le dije que pensaba que estaba sufriendo un accidente cerebrovascular y le pedí que llamara al 911”.

Los socorristas llevaron a Lindsay al Hackettstown Medical Center, donde una resonancia magnética detectó una gran masa en su cerebro. Fue trasladada de inmediato al Gerald J. Glasser Brain Tumor Center en el Overlook Medical Center y se sometió a una cirugía cerebral al día siguiente.

“En ese momento, el tumor de Lindsay comprimía la corteza motriz, la parte del cerebro responsable de controlar los movimientos corporales. Aunque necesitábamos preservar la corteza motriz, queríamos tratar de extirpar la mayor cantidad posible de tumor para tener un mejor resultado a largo plazo. Además, el tumor no tenía bordes definidos que lo separasen de la materia cerebral sana, lo que dificultaba aún más la realización de una resección macroscópica total”, explica el Dr. Yaron A. Moshel, PhD, neurocirujano y codirector del Gerald J. Glasser Brain Tumor Center, que dirigió el equipo quirúrgico de Lindsay.

Para definir los bordes del tumor durante la cirugía, el equipo usó imágenes estereotácticas tridimensionales, que combinan múltiples tipos de resonancia magnética con imágenes 3D del tumor, así como tecnología similar a GPS. También realizaron un mapeo cerebral con estimulación eléctrica para detectar las ubicaciones precisas de las funciones cerebrales de Lindsay. Con este enfoque de alta tecnología, el Dr. Moshel pudo extirpar todo el tumor de Lindsay y mantener todas sus funciones neurológicas intactas.

El análisis patológico confirmó que el tumor de Lindsay era un oligodendroglioma anaplásico, un tipo de glioma canceroso y poco frecuente, con una alta probabilidad de recurrencia. Se sometió a quimioterapia y radioterapia. Sin embargo, un año y medio después, el tumor regresó.


Cita

“El curso de tratamiento de Lindsay destaca la importancia de tratar a los pacientes individualmente y de adaptar la atención a sus necesidades específicas”

Dr. Nicholas Metrus, neurooncólogo


La quimioterapia previa de Lindsay tuvo un efecto secundario al reducir el número de plaquetas, un componente vital de la sangre que evita las hemorragias. Necesitaba una segunda cirugía, pero el nivel bajo de plaquetas hacía que fuera demasiado peligroso. El Dr. Metrus, que es uno de los cuatro únicos neurooncólogos de New Jersey que cuenta con certificación del United Council for Neurologic Subspecialties, le dio un medicamento que ayudó a aumentar el nivel de plaquetas para que Lindsay pudiera someterse a una cirugía. A continuación, el equipo analizó el tejido tumoral de ambas cirugías para determinar qué mutaciones puede o no tener su tumor.

“En el pasado, era habitual analizar el tejido tumoral bajo el microscopio y clasificarlo en función de su aspecto. Con nuestro conocimiento cada vez mayor de los tumores cerebrales, ahora entendemos que esto es solo una pieza del rompecabezas”, continúa el Dr. Metrus.

“La información molecular, procedente de la presencia o la ausencia de diferentes mutaciones a nivel del ADN, puede decirnos mucho más sobre cómo se comporta un tumor y cómo responde a diferentes tratamientos”.

Las pruebas genéticas revelaron que el tumor de Lindsay tenía una mutación de IDH1. El Dr. Metrus empleó ese conocimiento para determinar el mejor curso de tratamiento de mantenimiento, y se enfocó en los medicamentos que han demostrado ser prometedores para actuar sobre esta mutación específica. Eligió un fármaco llamado “olaparib” en función de datos de estudios preclínicos y clínicos que muestran que los tumores con mutación de IDH podrían ser vulnerables a este tipo de medicación.

“Lindsay ha tenido un resultado increíblemente bueno con este medicamento”, añade. “El esfuerzo colaborativo entre neurocirugía, neuropatología y neurooncología, respaldado por tecnología de vanguardia, desempeñó un papel importante en el control de la enfermedad de Lindsay a largo plazo”.

Lindsay dice que haber contado con esta experiencia fue extremadamente valioso. Permanece estable desde hace dos años (desde su segunda cirugía) y no ha permitido que el cáncer la detenga. Ha vuelto a la escuela a trabajar con los estudiantes y colegas que adora. Hace poco regresó de unas vacaciones de tres semanas con su familia a Brasil, la tierra natal de su marido y tiene varios viajes planificados para el futuro. Lindsay también actúa como mentora para familias que se enfrentan al mismo tipo de cáncer a través de la Cancer Hope Network.

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