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La historia de Priscilla

Un diagnóstico devastador

El día de Año Nuevo de 2021, con los Juegos Olímpicos de Tokio a solo seis meses de distancia, la saltadora olímpica Priscilla L. tomó una resolución. “Decidí controlar solo lo que pudiera controlar”, dijo.

Había sobrevivido a la agitación emocional de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 obligó a posponer los Juegos Olímpicos de Tokio. Puso su mirada en 2021 y siguió entrenando. Pero luego, a los 17 días del comienzo el año, tuvo un resultado positivo en una prueba de COVID-19.

“Lloré al instante”, dice Priscilla. “No sabía lo que estaba pasando, pero sabía que me perdería el inicio de la temporada de atletismo bajo techo. Fue desolador”.

Priscilla tenía muchos de los síntomas reveladores del COVID-19: falta de energía, congestión nasal y pérdida del olfato y el gusto. Lo único que no tenía era fiebre. Pasó una semana en el sofá.

Cuando poco a poco intentó volver a empezar a entrenar, comenzó a tener dolor en el pecho. “Antes no tenía problemas cardíacos”, dice Priscilla, de 32 años de edad. “Fui a atención de urgencia, luego a una sala de emergencias, y no pudieron encontrar nada malo en mi corazón”.

En febrero, una visita a otro médico reveló que tenía pleuresía, una inflamación de los pulmones que puede causar dolor de pecho intermitente. “Me autorizaron el 30 % de mis entrenamientos, pero eso no sería suficiente para llegar a los Juegos Olímpicos”, dice Priscilla, que vive en Wildwood, Nueva Jersey, tiene doble ciudadanía en los Estados Unidos y Antigua y Barbuda. Compite internacionalmente por Antigua y Barbuda. 


El Dr. Martinez me dijo que no le pasaba nada a mi corazón; simplemente se veía diferente porque soy deportista. Después, dijo: “¡Empieza a entrenar para los Juegos Olímpicos!”

Priscilla L., saltadora en alto olímpica

Una búsqueda de respuestas

Cuando su dolor de pecho no mejoró en marzo, fue a otro médico, le hicieron una resonancia magnética y recibió noticias alarmantes. “Dijo que mi corazón no se veía bien y que tendría que retirarme de la competencia”, dice Priscilla. “No podía creerlo”.

Pero Priscilla no estaba dispuesta a aceptar un no como respuesta. Buscó por todas partes un experto que pudiera darle una segunda opinión.

Alguien que ella conocía la puso en contacto con el Dr. Barry Lowell, cardiólogo intervencionista de Atlantic Health System. “El Dr. Lowell me dijo que conocía a un especialista que trabaja con deportistas y corazones, y que sabría exactamente cómo diagnosticar esto”, dice Priscilla. 

El 31 de marzo, Priscilla y su mamá viajaron tres horas al norte para reunirse con este médico, Matthew Martinez, MD, especialista en cardiología deportiva de Atlantic Health System, en el campus del Morristown Medical Center. Martinez es un experto reconocido a nivel nacional en la identificación y el tratamiento de deportistas con problemas cardíacos subyacentes, como arritmia o miocardiopatía hipertrófica (engrosamiento del músculo cardíaco, la causa más común de muerte cardíaca súbita en deportistas jóvenes).

Martinez examinó a Priscilla, revisó sus resonancias magnéticas y le dio una respuesta definitiva. “Me dijo que no le pasaba nada a mi corazón; simplemente se veía diferente porque soy deportista. Después, dijo: ‘¡Empieza a entrenar para los Juegos Olímpicos!’” 

A finales de junio, compitió en los National Track & Field Championships en las Bahamas. Si bien no alcanzó el estándar olímpico y no competirá en los Juegos Olímpicos de Tokio, está orgullosa de su carrera en salto de altura, que ha incluido una aparición olímpica (Río 2016) y dos medallas de plata en los Juegos Panamericanos. Y espera un futuro saludable.


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