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La historia de Sean E.

La historia de Sean E.

Sean E. estaba en su casa en Ogdensburg cuando, de repente, todo cambió. “El dolor era el peor que había sufrido en mi vida”, dice Sean, de 58 años, cineasta y profesor de la Universidad de New York. “Me dolía todo”. Justo a tiempo, llamó a un amigo. “Si hubiera esperado más tiempo, no habría recordado cómo funciona el teléfono”, dice. Su amigo llamó a la policía, que coordinó la llegada de una ambulancia. Cada bache en el camino lo hacía gritar de dolor. En el momento en que la ambulancia llegó al Newton Medical Center, Sean estaba aterrorizado y confundido. “En un momento, pensé que había sido secuestrado por la CIA, e imaginé que estaban usando terapia del dolor para alterar mi personalidad”, dice. “No podía ver bien y tenía tanto dolor que cualquier estímulo me hacía estallar”.

Una crisis mortal evitada

Sean en realidad sufría meningitis bacteriana, una enfermedad que ponía en peligro su vida. “Tuve suerte, porque uno de los especialistas en enfermedades infecciosas del hospital conocía un grupo de casos similares al mío en la ciudad de New York, donde trabajaba”, explica Sean. “Su conocimiento y pensamiento rápido sin duda me salvaron la vida. Si el equipo de Newton no me hubiera administrado los tratamientos correctos de inmediato, habría muerto en un día”.

Todo el equipo de atención “dio más de sí de lo que exigía su trabajo, o de lo que yo esperaba”, dice Sean, “desde el personal de enfermería que vino a colocar el puerto, que necesitaría para las inyecciones que recibiría para el los próximos tres meses, hasta el enfermero de la UCI que me mantuvo informado sobre lo que sucedía todos los días. “Mi familia no podía estar conmigo”, indica Sean, “pero durante esa semana y media, el personal y los médicos de Newton fueron mi familia. Nunca olvidaré su amabilidad y generosidad”.

Descubrir lo afortunado que fue

Durante su recuperación, Sean fue entrevistado por expertos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, que investigan brotes de enfermedades peligrosas. “Casi la mitad de las personas que tuvieron mi enfermedad fallecieron”, dice. “El hecho de que pude salir de esta terrible enfermedad es un regalo increíble”. Hoy, Sean ha vuelto a enseñar, hacer películas y ha fundado una organización sin fines de lucro, The Flower Project, con la misión de conectar artistas con comunidades más amplias. “Tengo suerte de estar aquí”, dice. “Me comprometo a aprovechar al máximo esta nueva etapa de mi vida”. 

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